Crisis, estrategia y actitud (II)
El INE publicaba ayer que la economía española creció un 0.6% interanual en el cuarto trimestre de 2010. Este dato, mejor de lo esperado, sugiere que algo puede estar cambiando. «Brote verde» o espejismo, lo cierto es que, en puridad, creo que la crisis acabó hace tiempo. La crisis corresponde exclusivamente al periodo intermedio entre dos momentos o estadios diferentes. Ya no estamos en el mismo escenario que en 2005 ni en su crisis. Estamos en un momento diferente, con unas nuevas reglas de juego.
En el imaginario colectivo, la crisis, como el cambio climático han sido dos de los últimos demonios a los que culpar de todo lo negativo que ocurría en nuestras vidas. Tengo frío, será por el cambio climático. Tengo calor, también. Cambio climático y crisis son entes a los que resulta cómodo responsabilizar de nuestras desgracias. Despersonaliza el origen de nuestros problemas y reduce el sentimiento de culpa. No soy yo, es la crisis.
La autoeficacia o confianza en las propias capacidades para manejar situaciones y resolver problemas, depende de la interacción entre conducta, determinantes personales y ambiente. En esa interacción, juegan un papel central los procesos de atribución. Básicamente, la identificación de las causas de nuestro comportamiento y sus consecuencias. En este proceso es significativo el concepto de locus de control (LC). EL LC interno encuentra la causa de lo que nos ocurre en nosotros mismos. Mientras que el LC externo lo hace fuera, en la mala suerte, la crisis o el cambio climático…
El problema es que en ese proceso de atribución somos víctimas de múltiples sesgos. Uno de los más frecuentes y (tirando de estereotipo) no sé si el más español es el efecto actor-observador. Es la tendencia a atribuir nuestro comportamiento a causas situacionales, mientras que el comportamiento de otros se tiende a atribuir a causas internas. Algo así como, Tú te caíste, a mí me empujaron. Otro sesgo, también muy frecuente es el del autobeneficio. Es la tendencia a atribuir resultados positivos a causas internas y resultados negativos a causas externas (mala suerte, crisis, cambio climático…).
Es cierto que el escenario actual es difícil, pero está fuera de nosotros, la decisión de actuar y afrontarlo está dentro. Seguramente el verdadero reto no es evitar caerse (algo inevitable) sino tener la fortaleza para levantarse tras la caída.
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